sábado, 4 de noviembre de 2017

XX poemas de un tirón (fragmento)



Parafraseando su poemario  “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, escribí “XX poemas de un tirón y mi luz desesperada”; una veintena de textos que nacieron con un golpe de ausencia, confieso que he (vivido) escrito cada uno desde la intimidad de un amor que crece con la distancia y el tiempo, las partidas y los regresos, la carne y los deseos.
Hoy publico cinco de estos poemas -breves y vivos-, para dedicárselos a la memoria de Pablo Neruda por su 112 natalicio conmemorado por muchos en el mundo el pasado 12 de junio y, desde luego, auto editado como ejemplar único en papel manufacturado para mi “Matilde”:
a Danay, por la luz de su desvelo, estos poemas de amor.

Traigo un hálito
           para ponerlo en tus manos
una franja de cielo
           con que cubrirnos
                  el estupor de las distancias
y esta metáfora
    sigui é  n   d    o     l      e
            l   o    s         p      a       s        o         s
altiemp
para mecernos
 en el                                    e  s  p  a  c  i  o
                         
                         febril
de un canto amanecido.

En el principio
   -dicen-
la luz y el verbo
se disputaban
la fracción primera.
El mundo andaba sin bitácora
éramos barro aún
    -dicen-
Entre tanto
tú entrabas a mi aula

Y hubo tal silencio un día
   -digo-

Ayer caminé
-¡por cuántos adoquines!-
y de la estela del recuento
taciturno
saltó una canción
Ay la vida!)
Me senté en un banco grave
   -el banco-
escogí al azar una raíz en los
         laureles.
Vi tu sexo.
Y como una sentencia
del crepúsculo
-por pudor-
le puse el dedo índice
y este silencio.

Dice Eliseo que
Un poema no es más
que la felicidad, que una conversación
en la penumbra, que todo
cuanto se ha ido, y ya
es silencio.
¿Y este rumor que
siento con tu distancia?
Y dice más
Entonces crece un derrame
digo     un desgarre 
lenguas y deseos
horadándose en el tiempo.

Sabrás que he escrito estos ¿versos?
para protegerme de la ansiedad en la distancia
en el mutismo cómplice que remeda la vida
porque para encontrarme apetezco
ensayarla contigo.
Es mi canción desesperada.
Luego –y de paso- te los regalos
de hecho nacieron tuyos.
Como todo lo que en mí
quiebra el silencio.

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