Parafraseando su poemario
“Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, escribí “XX poemas de
un tirón y mi luz desesperada”; una veintena de textos que nacieron con un
golpe de ausencia, confieso que he (vivido) escrito cada uno desde la intimidad
de un amor que crece con la distancia y el tiempo, las partidas y los regresos,
la carne y los deseos.
Hoy publico cinco de estos poemas -breves y vivos-, para
dedicárselos a la memoria de Pablo Neruda por su 112 natalicio conmemorado por
muchos en el mundo el pasado 12 de junio y, desde luego, auto editado como
ejemplar único en papel manufacturado para mi “Matilde”:
a Danay, por la luz de su desvelo, estos poemas de amor.
Traigo
un hálito
para
ponerlo en tus manos
una franja de cielo
con que
cubrirnos
el estupor de las distancias
y esta metáfora
sigui é n
d o l
e
l o s
p a s
o s
altiemp
para mecernos
en el e s
p a c
i o
febril
de un canto amanecido.
En
el principio
-dicen-
la luz y el verbo
se disputaban
la fracción primera.
El mundo andaba sin bitácora
éramos barro aún
-dicen-
Entre tanto
tú entrabas a mi aula
Y
hubo tal silencio un día…
-digo-
Ayer
caminé
-¡por cuántos adoquines!-
y de la estela del recuento
taciturno
saltó una canción
(¡Ay la vida!)
Me senté en un banco grave
-el banco-
escogí al azar una raíz en los
laureles.
Vi tu sexo.
Y como una sentencia
del crepúsculo
-por pudor-
le puse el dedo índice
y este silencio.
Dice
Eliseo que
Un
poema no es más
que
la felicidad, que una conversación
en
la penumbra, que todo
cuanto
se ha ido, y ya
es
silencio.
¿Y este rumor que
siento con tu distancia?
Y dice más
Entonces crece un derrame
digo un
desgarre
lenguas y deseos
horadándose en el tiempo.
Sabrás
que he escrito estos ¿versos?
para protegerme de la ansiedad en la distancia
en el mutismo cómplice que remeda la vida
porque para encontrarme apetezco
ensayarla contigo.
Es mi canción desesperada.
Luego –y de paso- te los regalos
de hecho nacieron tuyos.
Como todo lo que en mí
quiebra el silencio.
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